lunes, 25 de abril de 2011

De carreteras serradas, mariposas actrices y jóvenes rebeldes

El perfil del precipicio. Es cierto que a veces perseguimos lo más raro, el más difícil todavía, el detalle menos apreciable. Acercarse de manera casi peligrosa al antagonista. Porque sí, tenemos un antagonista, como toda buena o mala historia que se precie.
No es que vayamos de hippies postmodernos, manifestándonos frente al avance del alquitrán que todo lo cubre, incluso el poco verde que queda en la ciudad. Pero desde luego hoy, cuando estábamos lo más cerca posible del acecho de una carretera sin terminar, que pende tan sólo de una firma para seguir avanzando y sobrevolar nuestros huertos, podríamos haber pasado por unos frikis de barriada. Y tendríamos que admitirlo sin rechistar.
Desde ese punto del barranco-vergel, se avistaba el espacio en toda su magnitud. Nuevos puntos de vista que todavía hoy, después de todas nuestras visitas, siguen presentándosenos. El alineamiento florado del caminito de Jesús, la parcelación aleatoria de los huertos, el asentamiento de nuevos espacios de los últimos inmigrantes llegados. ¡Incluso un campo de fútbol privado!
Una brecha entre dos ciudades que no para de florecer.
Las mariposas actrices. O hasta qué punto forzar el acontecimiento a documentar. Hace unos años, se propagaron ciertos rumores sobre la veracidad de las imágenes “naturalmente” captadas por Jean Costeau o Félix Rodríguez de la Fuente.
 Rodábamos unos planos del magnífico acueducto que atraviesa el intersticio, cuando una mariposa nos avisa que quiere ser inmortalizada. Se posa sobre una zarzamora y despliega sus alitas multicolor. Tan bella se creía la ex-crisálida, que su inmovilidad terminó por ser cinematográficamente aburrida. “Marta, ¿por qué no mueves un poco la planta para que la doña mariposa, que tan esculturalmente posa, inicie escalonadamente su vuelo?”. Y así se hizo, en un despliegue de alas nunca visto, por lo fugaz que resultó, me refiero.
Estoy hablando de cuál es el método a seguir para un documental, supuestamente cercano a la realidad. ¿Cuál es el límite de lo éticamente documentable?, ¿Forzar una acción deseada para la narración?, ¿Esperar a que suceda sin más?, ¿Resignarse al material registrado?
 En varios momentos, hemos pedido a Jesús, Miguel, Manuel o Domingo que fingieran su trabajo, o mejor dicho, que lo iniciaran para nosotros. ¿Qué se supone, que para respetar ciertos cánones hemos de esperar todo el día por si a alguno se le ocurre agarrar la azada y que la mariposa famosa facture su vuelo?
Y la rebeldía juvenil. O no. Por una parte, Leo, el último fichaje para Intersticios, se presentaba como la nueva esperanza de renovación campestre-urbanita. Una coincidencia casi celestial el mismo día que inauguraba su pequeño huerto. Pero diez días después, el terreno sigue sin ser plantado. Un cerco vacío, como diciendo aquí están los límites de mi sueño y si quieren entrar, llamen a la puerta. Y pedir audiencia con él es más trabajoso que intentarlo con el presidente Zapatero,  porque tras varios intentos no hay forma de entrevistarlo ni de saber porque el ímpetu inicial, toma otro ritmo ahora.
Por eso la doble rebeldía: por no seguir los hábitos comunes de pasotismo de los más jóvenes por una parte; y por caer en el mismo pasotismo después.

 Mientras tanto, queda nuestro personaje puente a su merced, a fin que antes que terminemos el montaje, podamos mostrar algo más que una simple okupación. Qué bien quedarían unos tomates que asoman por primera vez en ese barro. ¿O deberíamos contratar los servicios de unos tomates hollywoodienses que actuaran  al grito de ¡Acción!?
Texto: Javier Requena
Fotos: Marthacé

1 comentario:

  1. Me gusta mucho como está escrito este blog: creía que había una poetisa ¡pero va y resulta que hay dos literatos! Y las fotos muy bien también.
    De aquí va a salir un pedazo de documental(¡y encima os invitan a comer!)
    Venga, más entraditas!...
    Cristina

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